viernes, 22 de febrero de 2019

¿Son mejores para los niños los parques seguros o los parques con "riesgos"?

Imagen de Pixabay
La sociedad ha cambiado y con ella la manera que tienen de relacionarse los progenitores con sus hijos e hijas. De hecho, en los últimos años se están publicando noticias, estudios, libros (como "Hiperniños", de Eva Millet) que muestran que estamos criando a los niños dentro de una burbuja

La urbanización del entorno, la sobreinformación, la incorporación de la mujer al mercado laboral y los cambios en las familias (menos hijos, ser padres más tarde, tipos de familia diferentes...) son algunas de causas que indican los investigadores que influyen en estas nuevas maneras de educar.

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Todo esto se extrapola también a los ámbitos fuera del hogar. Los niños han pasado de jugar libremente en la calle, trepar por los árboles, jugar con piedras, jugar a "churro, mediamanga, mangotero", a estar en entornos completamente controlados que evitan que se puedan hacer cualquier tipo de daño. Pero, ¿es esto positivo para el desarrollo de los niños y niñas?

Pues parece ser que no. Estudios muestran que los entornos tan controlados hacen que los niños sean más dependientes, menos activos, y, por el contrario, los niños que juegan en "adventurous playgrounds" (parques de aventuras), con riesgos controlados, son hasta un 18% más activos, son más resilientes, más creativos, capaces de analizar los riesgos (elementos peligrosos y herramientas presentadas con una utilidad hacen que los niños sean más cautos), más autosuficientes.

En estos parques de aventuras surgen gracias a Marjory Allen, una arquitecta paisajista, que en 1943, durante la ocupación alemana de Dinamarca, observó que los niños de su vecindario no estaban usando los parques sino que jugaban en cualquier otro lugar donde hubiera material de construcción, herramientas u objetos supuestamente inutilizables, donde ellos mismos construían su lugar de juego. Así, cuando volvió a Inglaterra abrió parques de aventuras por Londres, volviéndose un fenómeno global.

Abby Oulton - The Atlantic
El elemento definitorio de un parque de aventuras es un ambiente de riesgo controlado. Diferenciamos en este caso el riesgo, como algo predecible y regulable que implica una toma de decisiones (ej. escalar a cierta altura), y la amenaza, como elemento de peligro inesperado y fuera de nuestro control (ej. una rama rota). Así pues, un buen parque de aventuras tiene en cuenta y combina de manera equilibrada seis factores de riesgo:
  • Altura
  • Velocidad
  • Herramientas
  • Elementos peligrosos
  • Juego bruto
  • Capacidad de desaparecer

Para que estos parques cumplan su función y los niños aprendan a través del juego, es importante proporcionar a estos últimos cierta independencia: los adultos tienen su propia área fuera de la zona de juego, de manera que los niños exploren y descubran por su cuenta. Los pequeños reaccionan de forma positiva ante esta confianza en ellos, por lo que ellos mismos tomarán precauciones y sus decisiones serán más conscientes. Es esta responsabilidad en un contexto divertido, así como la falta de instrucciones constantes, que les empuja a confiar más en sí mismos y les lleva a una toma de decisiones más creativa y analítica.




Por si os resulta de interés, a continuación tenéis el enlace a uno de los estudios sobre parques en Londres:
Studio Ludo & Dr. Deborah Cohen (2017). London study of playgrounds. PDF Estudio


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