Actualmente
el género es un factor determinante en la elección vocacional y en a decisión
de qué estudios de carácter superior realizar. En líneas generales el número de
mujeres que estudian carreras universitarias supera al número de hombres. Sin
embargo, estas tienen poca presencia en los denominados estudios de STEM
(Science, Technology, Engineering and Mathematics) y un porcentaje muy elevado
en los estudios relacionados con la enseñanza y la salud, pues el porcentaje en
las carreras relacionadas con dichas ramas son rondan el 60-70% y en los
estudios de STEM baja hasta cifras cercanas al 25%. Esta tendencia es algo que
también se repite en los estudios de máster y en los programas doctorales.
Es
más, según Kiko Llaneras, "las mujeres consiguen el 59% de todos los
títulos universitarios en nuestro país, pero representan solo el 32% de los
titulados en ingeniería y apenas el 21% de todos los titulados en informática”.
Este mismo lo podemos observar en el siguiente grafico de barras.
A
continuación, observaremos un breve video sobre las diferentes razones que
provocan esta diferenciación en la elección de carreras por el gran peso que
tiene el proceso de socialización y sus múltiples influencias sobre las
personas.
De
este modo, la elección de la carrera universitaria inevitablemente se encuentra
influenciada por los estereotipos de género. Estos son creencias sobre las
características que presentan “típicamente” los hombres y las mujeres por el
simple hecho de serlo en una determinada sociedad. De este modo, las sociedades
establecen una serie de roles diferenciados según el género al que se
pertenezca.
MEDIDAS QUE REDUZCAN LAS DECISIONES VOCACIONALES SEGÚN EL GÉNERO
Es necesario reflexionar sobre los motivos que llevan a los jóvenes a
elegir una rama u otra y de qué manera afecta el género en sus decisiones
vocacionales. De ahí la importancia de diseñar las directrices a seguir para
reducir dicha diferencia de porcentajes. Para ello algunas medidas que se
podrían tomar y resultarían interesantes son las siguientes:
1. Socialización
basada en la igualdad de oportunidades,
reestructurando roles, para lo cual sería conveniente la presencia de más
referentes femeninos en las enseñanzas técnicas.
2. Políticas
socioeducativas que promuevan la conciliación de la vida personal y profesional y que aboguen por eliminar las
discriminaciones laborales, como pude ser el conocido ‘techo de cristal’.
3. Apostar
por una orientación vocacional más
temprana, iniciándose desde los primeros contactos con el mundo educativo a
modo de guiar a los alumnos en su propio autoconocimiento, valores y normas
sociales basadas en la igualdad, interacción con el medio, para romper con las
barreras que vienen impuestas por los estereotipos de género. En definitiva,
promover una madurez vocacional para poder llevar a cabo una toma de decisiones
meditada y que sirva de base para el éxito y la realización personal y laboral.
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